Presentación del Libro "Aproximaciones sensibles de los días" de Sofía Sartori.
Prólogo Mariana Robles
Diseño Editorial Pía Canello
Impreso en Taller Riso
Lecturas de Mariana Robles y Natalia Lorio
Sábado 25 de Febrero del 2023
Fotografías por Guadalupe Fassi
Hilván, fragmento y cuerpo
Sobre Aproximaciones sensibles de los días
Natalia Lorio
Abrimos estas páginas y encontramos el entramado fragmentario de una temporalidad subjetiva y singular que, sin embargo, nos resitúa en el calendario del otoño de 2021, a ese tiempo de un adentro involuntario que se hizo cuerpo y espacio para cada quien, y de allí otra vez, nos encontramos ante la lectura de un diario. Tiempos forjados en unos mínimos movimientos y contactos; calendario de ausencias y registro diario de la soledad. Un diario. Un recorrido por el tiempo íntimo que se cubre de escritura, que se viste de palabras.
Aproximaciones sensibles de los días titula Sofia Sartori no sin despertar los equívocos que empiezan a rondarnos… ¿son aproximaciones que quienes leemos hacemos a la sensibilidad de esos días?, ¿es lo sensible, y solo lo sensible lo que aquí se aproxima, se junta, se cose?, ¿o es quizás que lo sensible sólo puede darse aquí por aproximaciones, no por cortes, ni abruptamente, no por ningún martillazo estruendoso, sino por zonas de contacto cercanas, como eso tan próximo como la carne con la piel y lo que la cubre?. Encontramos aquí el registro de aproximaciones sensibles, a veces delicadas, por momentos tenues, a veces leves, aproximaciones/acercamientos acerca del tiempo, del cuerpo, a las capas que lo cubren. Hilván y ensayo para pensar, para aproximarse a los días y la acción, para hilvanar la trama de la materialidad en sus capas: es piel, textura, película, pero también escritura.
Se me ocurre que si diéramos vuelta este texto, en el reverso del bordado de estas Aproximaciones encontraríamos -cifrado entre nudos e hilos que se cruzan, entre correcciones de la puntada, puntadas grandes y pequeñas, de diversos colores y grosores-, dos mensajes. El primero, el más cercano, el más próximo a la mirada: nos hacemos un cuerpo con las palabras que nos hablan y que nos dicen y con las palabras que nos faltan. El segundo, visto desde un poco más lejos: hablar del cuerpo es también una forma de eludir el cuerpo, de eludir la desnudez del cuerpo (¿puede el ropaje dejarnos al desnudo?). El primer mensaje se deja ver en foco, como fragmento de lo que aparece detrás del bastidor; el segundo en toda la extensión de la tela.
La escritura se instala aquí, dice Mariana Robles en la presentación, como “costura de la fragilidad”, hay experimentación con la materialidad de la tela (como superficie) y con el recurso de la escritura. Ahora bien, recordemos, no es escritura solo lo que simplemente se puede leer, es escritura también lo que porta un peso, el peso de la palabra, el trazo de lo escrito y la incisión en la materia o el medio, también su reverso. (Recordemos Escrito en el cuerpo de Peter Greeneway y la importancia de la caligrafía para llamar escritura a la escritura y volvamos también a la materialidad ahuecada en la hendidura de la aguja sobre la tela). Ni bordado ni caligrafía, aquí el bordado-escritura se deja ver en su medio frágil de tela y en sus pliegues, en trazos rudimentarios que se hunden en lienzos etéreos, leves. Bordado-escritura que tensiona la materialidad, el peso, la imagen, la forma y también la palabra. El bordado (como hacer, como práctica) como un modo de aquietar pensamientos ruidosos.
Las repeticiones y la reproducción de la escritura, sea en fragmentos o sea como ropaje con diversos sostenes, repite e insiste en lo sensible que, no aparece de golpe, ya lo hemos dicho, sino que para poder asomar su aparición repite y reproduce texturas, textos, costuras, espesores del hilo y de la puntada. Lo que el ojo parece tocar en esa repetición y copia, es lo que la mano quisiera ver para cerciorarse de su diferencia.
Las frases pequeñas, las pequeñas imágenes del bordado-escritura también remiten a cierta fragilidad, a una aproximación cautelosa, a una inscripción incipiente, no (desbordada), sino (a)bordada como asomo, comienzo, como experimentación en las que se inscriben obstinadamente algunas palabras como cuerpo, deseo, existencia, el tiempo, los árboles, la lluvia, el mar. Algunas sensaciones: la inquietud, la soledad, la incertidumbre.
Pero recordemos que estamos ante un diario, un diario de otoño. Sofía Sartori dice “soledad abrumadora” (¡es 2021!), pasó más de un año del inicio de la pandemia. Una cantidad de diarios que comenzaron a multiplicarse en 2020 y 2021 (es claro que ya eran prolíficos antes), quizá como un modo de inscribir una diferencia en los días que parecían tan regulares y tan repetitivos. También para inscribirse cada quien en ese tiempo. Ese gesto que en el momento de escribir dice “aquí estoy”, “esto soy” “esto hice”, es lo que hoy, leyendo, podemos escuchar en otro tiempo “eso fui”, “eso hice”... quizá el tramado de una memoria de lo que no parece memorable, del paso del tiempo. No de una gesta, sino el gesto de querer inscribir tiempo en el tiempo. Anotaciones para una acción, para lo que está por comenzar.
Un comienzo.
Un grito que no puede salir, que comienza a hilvanarse en frases.
La dificultad de trazar puentes con otros.
Los recorridos en la ciudad.
Lo que queda del día… sea eso que queda resto o tesoro…
La necesidad de anotar lo que queda del día: las ausencias. La imposibilidad de llorar.
Sartori se pregunta: ¿cómo vestir el tiempo?, yo me pregunto ¿qué sería vestir el tiempo? ¿Qué piel de los días se deja caer, se deja tocar?. La piel es también el lugar de tránsito, envoltura del cuerpo, delgada tela de carne que es médium de lo sensible, que da forma y encierra a los recorridos de los fluidos en cada quien, que enmarca - o acaso detiene y retiene- sensaciones, por caso, la de ser un volcán en erupción.
De la piel a la tela: Sofía vuelve sobre la tela, para cubrir la piel, con otra piel de protección aunque sensorial, con memoria aunque flexible, expuesta y cobertora. Un fragmento remite a su borde, pero está engarzado en algo que lo supera, hilvanado, allí no está solo, son pequeñas acuñaciones de diverso peso, flotando en la caída del textil liviano.
Estas Aproximaciones también funge las veces de una bitácora que apunta algunas indicaciones sobre la potencia del arte. Con María Negroni “El arte es una suma de errores ejemplares”. El arte como modo de resistir. Y con Federico Peralta Ramos en la insistencia de principios que definen el arte: transmisión de una vida, hacerse cargo del dolor y la alegría de una época, caminar una calle, y también ”dar vida metafísica a un mundo superfísico”, construir un nuevo orden. Y probablemente como una bandera que flamea allá arriba y que fascina “El arte es tener talento para vivir una vida maravillosa”.
Tenemos aquí una bitácora de obra, un “Glosario de un cuerpo” y el registro de capas del cuerpo también fragmentarias, patchwork, diario de citas (de pensamientos, poemas y frases y citas con amigxs). También un diario de la cita con el llanto que, al fin, llega.